miércoles, noviembre 28

Salaberri, Pedro

Catálogo
Ayudas a la creación 2000

Ed. Gobierno de Navarra



En túnel blanco al que no se le ve el fondo, un aparato emisor que no trasmite más que luz y sonidos indescifrables, un cuadrado en el suelo en el que se hunde la leve belleza del color y la geometría; dos suaves líneas que desbordan los márgenes de la caja que las contiene.

Una realidad evanescente y hermosa; luz es la materia que Miguel utiliza para hablar de lo que existe pero no se puede tener. La vemos, uno de nuestros sentidos da fe de su existencia, pero es tan inmaterial que no podemos olerla ni tocarla y además, en su obra, ayudada por los espejos, se aleja hasta perderse en el infinito.

La luz, que crea un espacio virtual que puede envolvernos por completo, en la que podemos flotar y convierte todo lo demás en sombras, es también la luz que pone la esperanza en un universo oscuro.

Sería preciso poder producirla sin tener que recurrir a la electricidad, un invento demasiado práctico, demasiado entendible que nos recuerda que hasta ella es algo imaginado.

En las obras de Miguel Pueyo, la razón, la sutileza y el cada vez más preciso uso de los materiales hacen que la luz, ese material inexistente, se comporte como se espera, siendo a la vez maravillosa e inaprehensible.