domingo, noviembre 25

2004. Entrar o quedarse fuera


Junio 2004
Catálogo Artefactos. 2004
Ed. Ayuntamiento de Salou
D.L. 1.976-2004

Entrar o quedarse fuera

La cuestión reside entre estas dos opciones opuestas: contemplar o participar.

La televisión es cada día más salvaje y, a fuerza de butaca y mando a distancia, de indiferencia y egoísmo, hemos hecho realidad aquella denominación de "espectadores pasivos"

La televisión, en general todos los medios de comunicación, se convierten en artefactos preocupantemente anestesiantes. Hace unas semanas el terrorismo islámico secuestró y degolló a un prisionero civil norteamericano como respuesta a las brutales torturas cometidas por el ejército yanqui en Irak. Para aquellos que quisieran más detalles, más morbo, internet se encargaba de ofrecer la escena íntegra, sin cortes publicitarios Esta misma semana una perturbada ha rajado el vientre de una mujer embarazada y le ha sacado el hijo nonato para robárselo. La agresora ha sido detenida, la agredida se encuentra en buen estado y el niño
está sano y salvo. Y la televisión consiguió la imagen que buscaba: la cicatriz resultante de la brutal cuchillada

A principios de año comencé a trabajar en el proyecto ZULO. Viviendo como vivo en Navarra, tengo presente el denominado "conflicto vasco" a cada paso, en todos y cada uno de los aspectos de la vida. Defiendo un arte comprometido con el entorno. El arte, como lenguaje que es,
tiene que servir(me) como vehículo de expresión. La necesidad es la que me obliga a hablar de lo que me rodea

Quizás por el significativo retroceso que está viviendo de un tiempo a esta parte el terrorismo abertzale, tal vez por el temor que nos provoca el terrorismo internacional o, espero que no, por la capacidad anestesiante de los medios de comunicación de la que ya hemos hablado, empecé a notar una cada vez mayor apatía entre la gente que me rodeaba. En las manifestaciones posteriores a cada atentado, afortunadamente cada vez más distanciadas entre sí, se respiraba un ambiente de resignación, de "salimos y no sirve para nada"

El 11 de marzo cambió, aparentemente, este desinterés. Ese día, trsite casualidad, estaba prevista la inauguración de la instalación ZULO en el Horno de la Ciudadela, en Pamplona. A las diez de la mañana salí de casa en dirección a la rueda de prensa y puse la radio del coche. 2 bombas, 12 víctimas. Me quedé helado. En los diez minutos que me cuesta llegar a Ciudadela la
cifra supera la veintena. Me bajé del coche convulsionado. Todos hablábamos de lo mismo. Inimaginable. A las 11, los pocos periodistas que habían podido venir, los responsables de la exposición, todos los presentes, no hablábamos de otra cosa. Suspendí la rueda de prensa, la inauguración y la pospusimos hasta cuatro días después.

Los días fueron pasando y nos dimos cuenta, poco a poco, de la magnitud de la tragedia. Sin embargo vuelvo a ver un punto de apatía. Las víctimas ya solo son números. 106, 107, 108. Cada día hay uno, dos más. Y ya casi da igual. Nada va a cambiar sean 100 o 200. Es una sensación terrible. No podemos imaginar el dolor de los familiares, cada una de las víctimas vale ese dolor. Pero no es un dolor exponencial. A partir de un determinado número, todo da igual, ya nada tiene sentido La gente que me es más cercana se asusta, se intranquiliza, no saben si es correcto, si va a ser malinterpretado, inaugurar un zulo terrorista, un arma de secuestro, de dolor, en medio deuna salvajada de tales dimensiones. Pero decido ser coherente con mi trabajo y sigo adelante. La exposición, prevista su inauguración para el 11 de marzo de 2004, se abre al público el día 15 y permanece abierta hasta el 11 de abril La experiencia final fue un tanto decepcionante. De las más de 1500 personas que pasaron a ver la instalación, apenas 50 aceptaron pasar por la experiencia del secuestro. La mayor parte de la gente desfiló ante el zulo como si se tratara de una exposición más, de una atracción de feria. De los que entraron, apenas diez se sintieron enfadados, tristes, angustiados o deprimidos. Y eso que alguno estuvo encerrado dentro más de una hora

Quizás fue absurdo pensar que el arte puede servir para remover conciencias. Tal vez el arte,
después de todo, no sirva para nada. Y probablemente, en esa absoluta inservibilidad, esté la
magia y el encanto de su razón de ser. Por eso vuelvo a mis orígenes y a Salou traigo
algunos de mis artefactos en una exposición al uso. El espectador puede pasear, contemplar
los objetos, las fotografías, y volver tranquilo a su casa. En cada una de las obras hay, o pretendo
que haya, .algo más.. Pero será difícil que se pueda apreciar desfilando ante ellas en apenas
un minuto, aunque será difícil captar la atención del visitante durante más tiempo. Somos animales de costumbres y nos han acostumbrado a consumir a esa velocidad. Todo lo que dure más halla de los 45 segundos que dura un spot publicitario resulta aburrido y poco comercial
Entre las dos opciones que tenemos, contemplar o participar, hemos elegido la más fácil:
contemplar. Y ni siquiera sabemos hacerlo

Miguel Pueyo